Racismo y la responsabilidad del mainstream

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Esta semana hemos vivido un caso más de racismo en España. No es el único, no será el último, pero dadas las circunstancias del mismo es lógico que haya dado el salto a todos los informativos y tertulias. Es lo que tiene el fútbol. En la primera parte del encuentro que disputaban Cádiz y Valencia el defensa valencianista Diakhaby decidió abandonar el terreno de juego, junto a sus compañeros, después de ser insultado por un rival. Al final el partido se reanudó sin Diakhaby y con Cala, el jugador del Cádiz que presuntamente llamó «negro de mierda » a su rival, sobre el césped.

¿Qué gana un jugador profesional al abandonar el campo a nivel deportivo? ¿Por qué iba a inventarse algo así? ¿Por qué seguimos dudando de las víctimas como norma? ¿Qué podemos hacer el resto?

Pongo la mano en el fuego y no me quemo si afirmo que fueron muchos los aficionados al fútbol que tras ver lo sucedido pensaron que Diakhaby exageraba, que no debía haber montado todo eso, que lo que pasa en el campo se queda en el campo. Algunos fueron más allá, como refleja el tuit de Jose Manuel Soto que podéis encontrar tras este párrafo.

Otros seguro que fueron incluso más irrespetuosos, el racista futbolero tiende a ver con buenos ojos a aquellos que visten los colores que adornan su habitación. Al menos lo hace mientras estos jugadores rindan bien. Como dice Blon en su tema ‘Joe Exotic’: «te molesta el extranjero que ha llegado a tu país, pero lo olvidas cuando Benzema marca un hat-trick».

Por desgracia volvemos a presenciar un caso en el que se duda de la víctima. No se cuestiona a Cala, pero sí a Diakhaby al no haber «prueba alguna ». Esto nos lleva a un punto importante: la responsabilidad de los medios de comunicación.

Tomemos como ejemplo este vídeo de Movistar y las palabras de Juanma Castaño. Por si no conocéis a este periodista, además de su trabajo en Movistar o los años en Deportes Cuatro, es el conductor de El Partidazo de COPE.

Estos temas no son tan sencillos como puede parecer en principio. Aunque consideremos que no somos racistas podemos tener comportamientos que sí lo son. La cuestión radica en ser consciente de ello y corregirlo. Cuestionar a la persona afectada, en este caso por un insulto racista, no es una buena señal.

Peor aún es reducir el sufrimiento que esto genera a algo anecdótico, creer que no es más que una herramienta que los jugadores de «otras nacionalidades» van a utilizar a su favor. En este vídeo que recoge la pregunta que Javier Franco dirigió a Cala en su rueda de prensa podemos ver un fenómeno interesante: para no decir jugadores negros recurre a ese eufemismo fallido que alude a la nacionalidad, como si lo que le ha ocurrido a Diakhaby le pudiera pasar a De Jong (holandés y blanco), Hazard (belga y blanco), Oblak (esloveno y blanco) o a Gameiro (francés y blanco).

No solo es el papel de la prensa ejercer una labor responsable, sino del resto de estamentos implicados. ¿Qué sentido tiene que el Valencia publique un tuit contra el racismo si luego retiran al jugador del campo y todo sigue como si nada? ¿Cómo es posible que en vez de suspender el partido la Liga obligue al Valencia a jugar si no quería perder los tres puntos? ¿Por qué los compañeros de Diakhaby no le respaldaron de verdad y se plantaron? ¿Tres puntos son más importantes que demostrar que estas cosas no se pueden tolerar?

Por desgracia, Diakhaby no es el primero

Lo sucedido en Cádiz solo es el último caso que hemos presenciado en la máxima categoría del fútbol español. Hace poco más de un año, cuando los estadios aún tenían público, a Iñaki Williams le tocó vivir esto en su visita al campo del Espanyol.

También en 2020 hubo comentarios despreciables sobre Ansu Fati. No entraré a catalogar la opinión de ciertos aficionados tras la convocatoria del delantero del Barcelona para jugar con la selección española, pero sí me gustaría recordar este infame texto que publicó ABC. No sorprende que tal comparación naciera de la mente de Salvador Sostres.

Creo que los periodistas deben (debemos, si se me permite) estar a la altura en todos los sentidos. Huir del periodismo de bufanda, ya que dicha prenda suele colocarse sobre los ojos en vez de en el cuello, algo que dificulta bastante tener una posición alejada del partidismo.

Ni es algo reciente

El partido en el que Busquets llamó mono a Macelo fue en 2011, cuando yo aún era menor, aunque por poco tiempo. En esa gran época del F. C. Barcelona en lo deportivo hubo ejemplos como el de Busquets, pero también de todo lo contrario. Es lógico, por desgracia, ya que el racismo está muy arraigado en este país. En el vídeo podéis ver lo que hizo Dani Alves en 2014 cuando le tiraron un plátano desde la grada.

Lo de Marcelo y Alves, entre otros, lo viví ya como adolescente, pero con lo que crecí fue con figuras como Samuel Eto’o. Quizá recordéis las declaraciones del delantero camerunés sobre su filosofía de trabajo, ese «correr como un negro para vivir como un blanco». Quizá recordéis lo que sucedió en La Romareda, estadio del Real Zaragoza.

Si alguien pasa por estas líneas y no logra conectar con el mensaje que subyace en ellas, por favor, que vea por lo menos el testimonio de Kameni. Este vídeo es un documento tan potente como escalofriante.

Kameni estuvo herido y lleno de ira al principio, pero con el tiempo afrontó la situación de otra forma. Pese a todo lo que debía sentir en el momento que un padre valencianista le insultaba, su mayor preocupación fue el mal ejemplo que un niño estaba contemplando. Algo que sucedió en Mestalla, estadio del Valencia, club de Diakhaby. Porque el racismo afecta a todos.

Por desgracia, estoy convencido que para muchos esto será una chorrada, cosas del fútbol, algo que está ahí y ya está. También lo era el siglo pasado esto que sucedió cuando Wilfred visitó el Santiago Bernabéu.

No son cosas del fútbol, es un reflejo de una parte de la sociedad. Personas que transmiten una forma de ver la vida a la siguiente generación, unos valores que permean su percepción del resto.

Por supuesto el racismo no es el único problema que podemos observar en el comportamiento de ciertas piezas del deporte rey. Homofobia (otro cántico habitual durante mi infancia, el que escuchaba Guti cada vez que jugaba fuera), machismo (quizá el caso más conocido sea lo que le gritaban a Piqué sobre Shakira) o directamente el apoyo a un otrora presunto maltratador.

Si esto sucede en la máxima categoría, ¿os imagináis lo que puede tener lugar en el fútbol no profesional? Incluso un deporte con una afición bastante más deportiva como el baloncesto muestra más problemas cuando las gradas están repletas de padres que desean vivir a través de sus hijos. En más de una visita con mi equipo de baloncesto durante el instituto me tocó aguantar ciertos improperios que considero que poco o nada tienen que ver con el normal desarrollo del evento deportivo en sí.

Ni sucede solo en España

No me gustaría que la imagen que transmita este artículo sea que la prensa deportiva adolece de una falta de antirracismo evidente, ya que hay grandes figuras que sí han sabido estar a la altura, pese a la horda de tuiteros que acuden a sus notificaciones. Sirva como ejemplo lo que podéis encontrar en las respuestas a este tuit de Antoni Daimiel a raíz de lo sucedido en un partido de competiciones europeas.

En Inglaterra tampoco se libran de este problema, pese a que el número de jugadores (y ciudadanos) negros sea mucho mayor que en España. Este vídeo de La Media Inglesa de 2019 recoge un caso evidente de conducta discriminatoria, pero que si somos precisos podríamos catalogar como islamofobia, centrado en Mohamed Salah. Por desgracia, como bien explica Ilie en el vídeo, la afición del Chelsea ha protagonizado otros casos de racismo, antisemitismo y otras conductas deplorables.

Puede que en 2020 mejorara bastante su imagen gracias a cómo reaccionaron tras lo sucedido en Estados Unidos en primavera y la irrupción del movimiento Black Lives Matter, pero los problemas derivados del racismo no han desaparecido. Lo recoge en este brutal artículo Jordi Cardero.

Podéis encontrar ejemplos (ineficientes) de actuaciones institucionales, un estudio sobre los comentaristas deportivos y cómo destacan las características físicas de un jugador negro en vez de su técnica o visión de juego, los problemas de los exjugadores para acceder a los puestos de relevancia en los banquillos si son negros o el ejemplo de Sterling y Rashford, dos jugadores y su constante esfuerzo por mejorar las cosas.

Mucho más que deportistas

Se antoja esencial que los deportistas de élite actúen. Son figuras relevantes para gran parte de la sociedad, con una posición más cómoda, sí, pero no por ello están libres de este tipo de problemas. Dejemos por el momento el fútbol a un lado y veamos algunos ejemplos de otros deportes con gran seguimiento.

El año pasado Lewis Hamilton, uno de los mejores pilotos de la historia de la Fórmula 1, subió al podio a recoger su trofeo como ganador del Gran Premio con una camiseta que abogaba por la detención de los asesinos de Breonna Taylor, un caso bastante popular que sacudió Estados Unidos.

Breonna Taylor murió a los 26 años mientras dormía en su habitación. Los policías implicados fueron declarados inocentes, solo uno fue juzgado y fue por disparar hacia otra vivienda, no a la joven asesinada.

Ante un caso así, parece lógico que Hamilton apoyara la causa. No obstante, al periodista español Antonio Lobato no le pareció bien y comentó que Mercedes no estaría contenta con la imagen que estaba dando su piloto al subir con una camiseta así en vez de lucir el mono con los patrocinadores de la escudería.También dijo que Breonna Taylor era «una mujer afroamericana que falleció en un tiroteo». La importancia del lenguaje: no es lo mismo la muerte natural que un asesinato. Podría parecer que Breonna se encontraba en la calle o que se vio envuelta en un fuego cruzado o cualquier escenario menos el que sucedió en realidad. Resulta complicado participar en un tiroteo mientras duermes en tu cama.

En el artículo que he enlazado antes sobre la Premier League se destaca el buen hacer de la NBA en este aspecto. Durante años lo ha sido, pese a que a ciertos periodistas conservadores les molestara que jugadores como LeBron James no se dedicaran solo a jugar.

En 2020 demostraron por qué son un ejemplo para muchas personas y que el vínculo entre estrellas del deporte y sus aficionados no puede limitarse a lo que sucede en la cancha. Lo que no hizo el virus casi lo logran las protestas sociales, ya que los jugadores aceptaron continuar con la competición cuando acordaron que era la mejor forma de contribuir con la comunidad.

Dejaron las manifestaciones en sus ciudades para volver al parqué. Mensajes en las camisetas, rodilla al suelo antes de cada encuentro, declaraciones desgarradoras, entretenimiento para gente que necesitaba desconectar y la constante reivindicación de BLM.

Durante el desarrollo de la liga tuvo lugar una huelga respaldada por los propietarios de las franquicias, iniciada por la plantilla de los Bucks, equipo del estado donde un adolescente blanco cometió varios asesinatos con un rifle de asalto tras las protestas por los disparos de un policía a un ciudadano afroamericano por la espalda.

La NBA puede ser considerada la mejor liga del mundo por muchos motivos, pero uno de ellos sin duda es cómo cuidan la imagen que transmiten al resto del mundo.

Hace poco el jugador de Miami Heat Meyers Leonard ha sido sancionado por decir en un directo un insulto antisemita que no quiero repetir. Durante el mismo directo recibió una llamada para informarle al respecto.El jugador había protagonizado algún titular por su decisión de no arrodillarse como el resto en el momento previo a los partidos en la burbuja que organizó la NBA en Orlando.

Estos ejemplos son una muestra de lo que pueden hacer los deportistas de élite. Aunque no se me ocurre deportista más ejemplar en la lucha antirracista que Sitapha Savané. Tuve la suerte de conocerle fuera de la cancha a través de su entrevista que concedió en 2017 a la dupla de No Te Metas En Política.

Podéis encontrar múltiples vídeos con sus declaraciones sobre el tema, pero en este clip del programa que hizo Salvados con él e Iñaki Williams hay suficiente contenido para sentarse en silencio a reflexionar:

El programa no tiene desperdicio, por cierto.

Como periodista, me toca de cerca

No podemos ponernos de perfil ante los problemas sociales. No es suficiente con no ser racista, como no vale solo con no ser machista. Hay que luchar contra ello, detectar los fallos inherentes al sistema en el que crecemos para modificarlo primero a nivel individual y después en nuestro entorno.

Y si como ciudadanos deberíamos tener esa responsabilidad, los que sean cargos públicos electos más aún. La inclusión de Serigne Mbaye en la lista de Unidas Podemos para las elecciones para la Asamblea de Madrid del próximo 4 de mayo ha servido para que Bertrand Ndongo se desmarque de una de las publicaciones de su partido, aquel post en el que anunciaban que si llegaban al poder en la CAM deportarían a un ciudadano español.

No se me ocurre un líder de opinión más alejado de mi forma de entender el mundo que Federico Jiménez Losantos, pero hay ciertos asuntos que van más allá de las discrepancias ideológicas. El vídeo que encontraréis a continuación habla por sí solo. Si tras verlo no veis un problema, deberíais preocuparos.

El poder de la palabra es inmenso, la realidad que dibujan los medios penetra con facilidad y si no realizamos un ejercicio de consumo activo podemos terminar asumiendo afirmaciones cuestionables y perpetrando discursos que no deberían tener lugar en una sociedad decente.

Como comunicador audiovisual, también

Quizá sea por deformación profesional, pero creo que a la altura de los políticos, las estrellas deportivas y los periodistas también debemos colocar a los comunicadores audiovisuales de todo tipo. Las directoras de cine, los creadores de contenido, los streamers, las guionistas… todas las personas vinculadas al audiovisual.

Hace unos meses escribí un artículo sobre la persistencia del racismo en 2020 y las similitudes con sucesos del siglo pasado, todo acompañado por distintas series y películas que reflejan de distinta forma el racismo en Estados Unidos.

En su día lo escribí igual de enfadado que Kameni cuando recibió los insultos racistas en Zaragoza, pero me gustaría creer que ya me encuentro en un punto más sosegado, algo más cercano a la visita de Kameni a Mestalla años después, preocupado por la educación de la siguiente generación y no tanto por las actitudes racistas de un señor que quizá sea ya una causa perdida.

Por eso agradezco que más allá de crear películas y series que reflejen todo lo que se puede encontrar en las obras que mencioné en mi artículo, cada vez haya más ejemplos en contenido con un público objetivo mayor y, sobre todo, más transversal.

Muchas personas no van a ver una película sobre el racismo en el siglo XX, pero muchísima gente va a ver las producciones de Marvel Studios. El otro día lo comentamos en el podcast de Cocinando Fandoms, ya que me invitaron para comentar el tercer episodio de Falcon y el Soldado de invierno y cierta escena del segundo capítulo.

Por si no habéis visto la serie, en este vídeo aparece en baja calidad para evitar los problemas de derechos de autor la secuencia que me hizo aplaudir desde el asiento.

Seguro que a mucha gente esta escena no le dice nada, igual que a muchos nos aprieta el pecho, pero lo importante es que muchísimas personas habrán visto esto y se habrán percatado de una triste realidad.

Marvel Studios no necesita posicionarse en exceso, con tener pequeños gestos sabe que es más que suficiente. Agradezco que hayan mostrado algo tan útil de una forma tan cruda. Se antoja evidente que Sam es percibido como una amenaza, mientras que Bucky no, pese a que ambos están discutiendo con la misma intensidad.

Resulta también muy interesante que la escena evidencie cómo alguien no racista como Bucky también puede ignorar ciertos microrracismos. Para él existe una solución sencilla, pero para Sam supone doblegarse una vez más ante una injusticia y un prejuicio infundado.

Y no hay nada de malo si la víctima de estos prejuicios prefiere pasar por el aro y evitar los problemas, mientras resulte evidente el trato diferencial, la discriminación, sirve.

Por suerte en Marvel Studios hubo cambios y se pasó de no hacer películas con ciertos personajes porque no resultarían rentables (argumento machista que también utilizaron algunos directivos de Ubisoft para no utilizar solo protagonistas femeninas en sus juegos, pese a que tal afirmación no tenga base alguna, solo hay que ver cómo vendió Horizon Zero Dawn con Aloy al frente) a tener Black Panther o Capitana Marvel. Y eso es solo el comienzo, ya que entre Wandavision y la antes mencionada tenemos varios personajes mucho mejor construidos y utilizados que antes, además de las producciones que llevarán a nuestras pantallas a She-Hulk, Kate Bishop, Kamala Khan, Thor encarnada por Natalie Portman…

Ojalá en DC opten por algo similar y no se nieguen a tener un abuelo de Superman negro, por ejemplo.

Podría estar todo el día aportando ejemplos, pero me parece pertinente terminar con el siguiente:

Esto no consiste en culpar a la gente, ni en estigmatizarlos, ni mucho menos en condenar a nadie. Como en otros casos, las personas que sufren violencia, sea del tipo que sea, suelen pedir comprensión e igualdad, nada más. Como dijo John Oliver hace unos meses:

«They’re lucky black people are looking for equality and not revenge».

Sin embargo, muchas personas se ponen a la defensiva cuando otros les señalan alguna mala actitud. Solo hay que ver las respuestas al tuit antes citado. No es posible avanzar si en vez de reconocer los fallos y corregirlos nos creemos perfectos. De la misma forma que cuanto más estudias más consciente eres de lo poco que sabes, cuanto más te percatas de los problemas sociales, más actitudes a corregir detectas. Tanto en ti como en el resto.

El racismo no es un problema que afecte solo a unos pocos, ni siquiera en España donde el porcentaje de personas no blancas es menor que en otros países de nuestro entorno. No sirve de nada mirar para otro lado. Ya no.

Mientras escribía este artículo ha sucedido algo bastante bonito. Después de que María Isabel, portera del Real Madrid, tuviera que borrar su tuit de apoyo a Asensio y al club tras la victoria debido a los comentarios machistas, muchos deportistas y organismos han respaldado a la jugadora con el mismo mensaje que tuiteó anoche. El propio Marco Asensio, varios jugadores de la primera plantilla blanca, jugadoras del máximo rival, la selección española de baloncesto, Marta Fernández (hermana de Rudy), la revista Gigantes…

No sirve quedarse callado. Ya no.

El propósito de este texto es el mismo que tiene cualquier persona que sufre algún tipo de discriminación al señalar un problema. Ni confrontar, ni atacar, ni nada que no sea tratar de hacer del mundo un lugar un poco mejor para todos.

Es evidente que, tanto por mis experiencias como por el tema que ha dado origen al texto, la mayor parte de los ejemplos mencionados están relacionados con el racismo, aunque resulta sencillo extrapolar estos problemas a los que originan la islamofobia, la homofobia, el machismo y demás lacras que emponzoñan el corazón de nuestra sociedad. Y eso que somos unos afortunados en lo económico, incluso siendo de clase baja.

Sería absurdo convertir la reivindicación de unos en un “y tú más” infinito. Aún más ridículo resulta ofenderse si alguien nos señala alguna actitud a corregir. Entiendo que es complejo, al principio cuesta, pero poco a poco se convierte en algo natural. Escuchar. Aprender. Mejorar.

Soy consciente de que soy un afortunado. Por mucho que haya vivido algún que otro momento desagradable o que pueda percibir múltiples detalles incómodos en el día a día, sigo siendo un privilegiado. Ya he comentado en este artículo algunos problemas derivados de los medios de comunicación y los aficionados al deporte, pero me gustaría plantear una última pregunta relacionada con todo esto.

Hace diez años fui con mi equipo a jugar a la cancha de otro club, una pista cubierta dentro de un colegio. Podría describir la zona o el tipo de alumnos del centro, pero dudo que sea necesario. Durante el partido varios jóvenes me dedicaron uno cánticos similares a los que escuchó en su día Eto’o en Zaragoza y al acabar el encuentro estaban en la puerta esperando a que saliera, pero mi entrenador estuvo rápido para interponerse y que no sucediera nada.

Mi pregunta es, ¿por qué? ¿Por qué a mí y no a otro jugador de mi equipo? No recuerdo mi actuación, pero estoy convencido de que mi buen amigo Fer anotó más puntos que yo. Parece evidente por tanto que fue por no ser blanco, de acuerdo. Entonces, ¿a qué se debe esa reacción? ¿Es odio? ¿Miedo al diferente? Y, lo más importante, ¿quién les ha educado para ver así el mundo? ¿Es el discurso que subyace en los medios de comunicación? ¿Quizá lo que escuchan en sus hogares?

Las excusas para no ser consciente de que todo aquello que se aleja de lo normativo puede sufrir discriminación por ello se agotan. Da igual que sea por el tipo de cuerpo que tengas, por tu nacionalidad, por tu género, por tu orientación sexual o por cualquier motivo que lleve a alguien a discriminarte. No es lo normal. No debería serlo.

Dejemos para otro texto el debate sobre quién dicta la norma. Se recurre con demasiada facilidad al término «minorías», otorgando a muchísimas personas la condición de «lo otro», una etiqueta que genera una brecha insuperable. Los que la crean consiguen percibir este tipo de problemas como algo ajeno a su mundo, mientras los perjudicados sufren los efectos del desplazamiento. Por desgracia se me ocurren muchas declaraciones que utilizar como ejemplo, pero mi estómago ya ha tenido suficiente por hoy.

Ojalá este tipo de texto deje de ser pertinente, me encantaría que se convirtiera en algo anacrónico e inimaginable para las siguientes generaciones. Ojalá.

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